Bailando con Phoenix.

La noche que mi rodilla no olvidará

Christopher Lopez
2 min readFeb 5, 2024
Imagen generada por IA. Muestra una banda de rock tocando en el escenario con un hombre acostado en el suelo.

Siempre he sido fanático de las canciones para bailar en trusa.

Son canciones que tienen un ritmo movido que te harían bailar en cualquier momento, inclusive cuando estás casi desnudo.

Era el 2017 y estaba en los apogeos de mi juventud. Había decidido viajar a Guadalajara para un festival de música. En aquel entonces podía estar un fin de semana completo en un festival y el lunes siguiente trabajando en el turno de noche.

Era un viaje que prometía ser perfecto: pero no lo fue.

Recuerdo que esa noche descubrí a Glass Animals. No había mucha gente viéndolos, pero ellos hicieron un espectáculo increíble. Después tocó el turno de Paramore, una banda que sigo desde mi adolescencia y que sigo pensando que es una banda nueva 👨‍🦳.

Esa fue la primera vez que vi en un festival que hubiera un escenario de comedia. Ahí conocí a Coco Celis, y vaya que entre la borrachera me llevé unas buenas risas. Recuerdo que estaba enojado en ese momento, pero no recuerdo por qué.

Justo cuando terminó la presentación de Coco Celis, tenía que correr para ver la banda de la noche: Phoenix.

Verás, Phoenix es una banda a la que le tengo mucho cariño por lo que representa. La primera vez que los vi fue en Monterrey. Una amiga ganó boletos en la radio (sí, en la radio) y esa noche se presentaban junto con Imagine Dragons. Fue todo un espectáculo.

Después los pude ver en Rock Am Ring, cuando estaba de intercambio y todos mis ahorros de estudiante se fueron en 4 noches de camping de rock.

Ahora me tocaba verlos de nuevo en vivo, sin saber que años después me tocaría platicar con Christian Mazzalai, guitarrista de la banda, en seguridad del aeropuerto.

Mientras corría al escenario escuché de lejos el inicio de Lysztomania, una canción precisamente para bailar en trusa. Así que corrí y baile al mismo tiempo que sonaban los teclados y la guitarrita coqueta.

De pronto: un pozo. Caí y mi rodilla se rompió en ese instante.

Me recorrió un dolor infernal. Grité y terminé tirado en el piso. Mientras lloraba de dolor, esbocé una sonrisa: Me rompí la rodilla bailando a una canción de Phoenix.

Desde entonces mis experiencias en los festivales han cambiado, porque mi cuerpo ya no reacciona igual. Ya no aguanta como antes. Mi rodilla sigue rota; pero mis ganas de bailar en trusa, siguen intactas.

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Christopher Lopez

Autor de desarrollo personal y espiritualidad. Director de proyectos, Consultor de negocios, mentor y coach de vida https://chrislogar.net