Pánico
Eran las 3 de la mañana. No sé por qué, pero a esa hora me da el pánico existencial. Te explico.
El pánico existencial es una sensación muy fuerte sobre lo ridícula y frágil que es la vida. Es como un ataque de ansiedad, pero este se siente en el alma.
Ahí me encuentro sobre la cama dando vueltas con los ojos bien cerrados y tratando de recuperar el sueño. Me concentro en la respiración y las sensaciones que aparecen en mi cuerpo. No me toma ni un minuto para darme cuenta de que la vida es espiritual, o al menos así lo llamo yo.
No puedo explicarlo con palabras, pero cuando cierras los ojos y respiras profundamente, lo entiendes. Es como si te desconectaras de una matriz y vieras desde fuera (o dentro) la realidad. No sé.
Todo surgió porque me dolía la garganta. ¿Te has dado cuenta de que solo cuando te duele una parte del cuerpo te haces consciente de que está ahí?
El cuerpo simplemente es un vehículo que transporta nuestra esencia. Un recipiente desde donde podemos experimentar la vida misma. Pero tú no eres tu cuerpo, ni sus experiencias. ¿Qué eres entonces? No sé. ¿Cómo esperas que explique con palabras un concepto que nuestra propia capacidad humana no puede comprender?
Es cómo las personas hablan de Dios como si fuera un humano con superpoderes. No puedes explicar a Dios, porque nuestra capacidad no nos da para entenderlo. Pierdes el tiempo buscando respuestas a conceptos que nos superan.
La única verdad que tenemos es la impermanencia. Este cuerpo, este recipiente, solo dura unos cuanto años. Se va degradando poco a poco hasta perecer. No se trata de comerte el mundo y hacer de todo durante el tiempo que te dure el cuerpo. Se trata de apreciar cada momento por más simple que este sea. No nos da el tiempo para devorarnos el mundo, pero nos da el tiempo para disfrutar de las cosas más banales y efímeras. Porque eso es la vida: efímera.
